Buenas tardes,
Hoy toca dar un paseo por el lado salvaje, que diría Lou Reed, de la mano de Basi Jorquera del Bazar del Centro Cultural.
EL
POEMARIO
Me
despierto por la mañana en un espacio reducido rodeado de sucios
cartones. El tufo de mi cuerpo sudado inunda mi pituitaria. El húmedo
frío de la noche todavía hace mella en mi tullido y tumefacto
cuerpo. Tullido porque estoy cojo a consecuencia de una pelea
callejera, tumefacto debido a una caída cuando los efluvios del vino
peleón hicieron efecto sobre mi persona. Sí, a pesar de ser un
homeless soy persona, tengo dignidad, aunque día a día esta alocada
y competitiva sociedad me la mancille una vez tras otra.
Nada
más abrir mi ojo izquierdo, en el derecho un orzuelo crónico me
impide hacer un uso normal de mi vista, mi cabecica empieza a cavilar
dónde ir a asear mi costrosa masa de piel y huesos. Al bar de la
esquina, pienso por proximidad. Pero enseguida lo descarto pues el
dueño, pesetero y rácano, ya me llamó la atención por gastar el
agua de su aseo sin haber consumido. Decido, aunque está algo
retirado y no me apetece arrastrar mi cojera, acudir al Hogar del
Buen Samaritano a pegarme una ducha. Ya toca, pienso. No me gusta ir
pues no me cae bien la gente que hace uso de esas instalaciones.
Hasta en la pobreza hay clases, discurro. Pero sí, voy. De paso algo
sólido pillaré que reconforte mi vacío estómago.
Al
salir, no me decido en qué banco del parque sentarme a tomar el
tibio sol de este frío día de invierno. De momento es gratis, me
reconforto. Me entretengo viendo pasar a la afortunada gente que
discurre hacendosa y ordenada como hormigas alrededor de su
hormiguero. No saben la suerte que tienen, me digo. Uno no se da
cuenta de lo que tiene hasta que le falta o lo pierde. Hasta yo tengo
suerte, ahora mismo no caigo en qué exactamente pero sí, seguro que
hay alguien peor que yo. De eso seguro.
Es
hora de comer, lo percibo por la salivación producida al ver a un
infante atacando un suculento bocata de jamón serrano. ¡Joder,
quien lo pillara! Entro en dilema, pues no sé a qué Mercadona
acercarme para ver lo que encuentro en los contenedores. Creo que el
de Carlos III es el más próximo y a esta hora es precisamente
cuando se deshacen de los productos frescos caducados de ese día. A
lo mejor tengo suerte y consigo unos tomates cherry un poco macocos.
Un lujazo, vaya. Me encantan esa variedad de tomates por la sensación
que dejan al explotarse en la boca al masticarlos. No tengo suerte
con lo de los tomates pero sí, me voy de los contenedores del
Mercadona comido, que es de lo que se trataba.
La
tarde se pasa rápida, la noche llega otra vez amenazante. Nunca se
sabe si una helada terminará con tus huesos en la morgue a la mañana
siguiente. Al pasar camino de mis cartones veo un cartel grande en
una librería que publicita un poemario que se titula “lo salvaje”
y reflexiono: si mi vida no es salvaje, que baje Dios y lo vea.
BASI JORQUERA 15-II-2018
Me repito de mala manera, pero no puedo cambiar: leer a Basi me encanta, me sorprende y me maravilla. ¡como siempre!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Carmina. Basi tiene una forma particular de plasmar la dureza con palabras.
ResponderEliminarEn este relato te has superado Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminar