17 noviembre 2019

¡Buen y fresco domingo!
Nuestros amigos del Bazar siguen cosechando premios y hoy es Milagros Márquez (del Bazar del Centro Cultural Turno de Tarde) quien quiere compartir con nosotros su relato ganador del Accésit del Certamen Dulcine@s, organizado por la Asociación ADESMA de El Albujón. ¡Seguro que os gusta!


EN UN LUGAR DE….

LA FOTO

Todo ocurrió en un instante. Había ido a recoger a mi nieto al colegio y estábamos esperando el autobús, cuando el corazón se me encogió de golpe. Me pareció ver…pero no, estaba segura, era él. Creo que también me reconoció y cuando nuestros ojos se encontraron fue como un retroceso en el tiempo. Cuántos recuerdos vinieron en ese momento a mi mente.

Llegó el autobús y mi nieto hablaba y hablaba como siempre, contándome las cosas del cole, pero yo no lo escuchaba. Estaba en ese mismo espacio pero en otro lugar del tiempo. Lejos, muy lejos quedaban en mi memoria esas imágenes de dos jóvenes adolescentes corriendo entre risas para coger el autobús que los llevaba al instituto.

No podía ser él. Aparentaba un hombre derrotado por la vida, no era el joven de mi recuerdo que quería conquistar el mundo para ponerlo a mis pies.

Cuando llegué a casa busqué en un lugar del armario en el que tengo una caja con los trozos de vida que vamos conservando en forma de fotos y allí estaban, un poco amarillentas por el tiempo, la fiesta de fin de curso, la excursión al monte…y nosotros siempre juntos cogidos de la mano.



Ese sí era el joven de mis recuerdos, guapo, moreno, de ojos muy negros y mirada dulce que con una sonrisa te paraba el corazón. No podía ser la persona que yo vi en el autobús. ¿Tan mal le había tratado la vida?

Recuerdo que cuando se fue a trabajar a Alemania, en los años 60 del pasado siglo nosotros éramos los emigrantes, nos despedimos entre sollozos y besos jurándonos amor eterno, sin saber que la vida juega despiadadamente con los sentimientos. ¿Por qué dejaste de escribirme?

Ibas a venir a formalizar las relaciones, casarnos e irnos juntos a buscar yo allí también trabajo. ¿Qué pasó? Nunca lo sabré.

La vida siguió su curso y un día otra ilusión más fuerte, más duradera entró en mí y el recuerdo de aquellos años se fue difuminando convirtiéndose en fotos borrosas hasta terminar por desaparecer. Pero, ¿desaparecieron de verdad? Creo que no. Siempre quedó el rescoldo, la duda de cómo hubiera sido mi vida con él en otro país.

He tenido un matrimonio feliz. Aposté por él y no me equivoqué. Colmó todas mis esperanzas e ilusiones y muchas más. He vivido unos años de ensueño. Tuve hijos  que me han dado nietos. He sido muy feliz.

Esa noche en la soledad de mi cama que ya me queda ancha, pensaba en todo esto. En el amor de la juventud, en el otro que fue el amor de mi vida y creo que lo único que quería era volver a ser joven, no recuperar el amor de los 15 años. Vivir otra vida en otro lugar, nuevas aventuras, ilusiones nuevas. Pero ya no tengo tiempo. Miro la foto de la mesilla que como siempre me sonríe y pienso que no había otra vida mejor que la que he vivido con sus luces y sus sombras y me dormí feliz.

Pero al día siguiente cambiamos la parada del autobús.