28 diciembre 2015

Por si no os habéis dado cuenta, estamos en Navidad. Y los relatos de nuestros compañeros del Bazar nos siguen emocionando en estas fechas de vacaciones. Espero que disfrutéis con este cordial dulce y melancólico que nos envía Carmen Mengual, del Bazar de Letras del Centro Cultural:


De nuevo, mis manteles

Hace muchos años escribí un artículo en el que hacía hablar a los manteles. Ellos comentaban, no sólo quienes compartían mesa, sino que temas trataban aquellas personas allí reunidas. Era curioso escuchar todo lo que los manteles de nuestras casas oyen en silencio día tras día. Prudentes y discretos nos conocen como nadie. Ya lo dice el refrán: “En la mesa y en el juego se conoce al caballero” y ellos conocen también a la señora y al niño mal educado y consentido y a la amiga que no lo es tanto y al cuñado y a cada uno de los que nos apoyamos en ellos y decimos cosas que no debemos cuando el alcohol nos vuelve ligera la lengua y más ligera la mente.

Ha pasado mucho tiempo y esta mañana me he sorprendido a mi misma, mientras planchaba  mis blancos manteles de Navidad, como todos los años desde hace cerca de cincuenta años,  hablándoles yo a ellos. ¡Han pasado tantas cosas y hemos vivido tantas y tantas experiencias! Sí, esta mañana he hablado con mis manteles y según los iba alisando y doblando, les iba diciendo ¿y el año próximo, quién os volverá a sacar del cajón inferior de la cómoda? ¿Seguiré yo aquí para repetir el ritual de medio siglo? ¿Estaremos los mismos? ¿Faltará alguien?

Ellos, tan callados y discretos, como siempre, no me han respondido y han vuelto de nuevo a  su lugar de reposo junto con el resto de manteles, tapetes, cubre bandejas y otros elementos que sólo usamos en Navidad, como los chales dorados y las gasas que sirven de decorado al Nacimiento o el mantel de encaje blanco o el rojo de Nochevieja.
Yo soy la única que sabe donde se esconden el resto del año y me surge la duda cada vez que los plancho y los recojo, acabada la Navidad, si no será esta la última vez que lo haga, si la próxima Navidad, otras manos los encontrarán después de rebuscar en diversos lugares, si cubrirán otras mesas, en otras casas distintas, si escucharán otras voces, si se olvidaran de ellos y permanecerán ocultos en el fondo del cajón.

¡Mis blancos manteles, mis manteles que sólo aparecen en los dulces días de cada Diciembre! Ellos conocieron mis primeros años de recién casada, mis inexperiencias, mis faltas de cálculo en las cantidades y en los tiempos que debía tener las gambas al fuego. Mis nervios al poner la mesa para la familia y los invitados, ¡que nada faltara, que todo estuviera perfecto, que no confundiera cubiertos ni copas! ¡Que tiempos aquellos! Llegaron los niños, mancharon mil veces de cremas y zumos, volcaron las copas y ellos, mis blancos manteles callaban discretos. Hubo algunos años, que al poner la mesa, descubría una mancha allí donde el anterior, el vino o la salsa dejó su recuerdo y yo colocaba un cuenco, una fuente o la ensaladera para que al mirar, nadie descubriera que mis albos manteles no estaban perfectos.

En otros momentos, cuando había pequeños en torno a la mesa, se me aconsejaba que pusiera otros de “más batallar” pero nunca quise que en esos encuentros, en la Nochebuena o en La Navidad, quedarán ocultos, dormidos, ajenos a las alegrías de vernos reunidos a todos, unas veces muchos, otras veces pocos, con gente mayor que ya no volvieron, con adolescentes vistiendo sus primeras galas en las noches mágicas de la Navidad.

Al principio, solo tuve un mantel blanco, pero con el tiempo fui necesitando una mesa más y a veces hasta una tercera y fueron llegando los nuevos manteles, pero aquel primero, aquel que estrené hace tantos años, ese tiene el privilegio de cubrir mi mesa primera, mi mesa importante y cubre mis piernas y yo le acaricio al coger la copa porque él me conoce y conoce mi historia y a toda mi gente y por eso, esta mañana, cuando lo planchaba, yo le preguntaba: ¿El próximo año estaremos todos? No me importa nada que seamos más, nos apretaremos, buscaremos sitio, pero menos… ¡No! ¿Pero quien lo sabe?


Mis nobles manteles tampoco lo saben, no tienen respuesta y duermen cubiertos con papel de seda, como siempre, igual, allí en el cajón donde esperan solos, hasta Navidad, como cada año, hasta que Dios quiera.


26 octubre 2015

¿Qué tal un poquito de poesía para empezar la semana? Nuestro amigo Joaquín Campillo Villa del Bazar del Centro Cultural nos sugiere estos versos de Alfonsina Storni (posmodernista, feminista, figura de la poesía latinoamericana).



La inquietud del rosal.
El rosal en su inquieto modo de florecer 
va quemando la savia que alimenta su ser. 
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal: 
Tantas son que la planta morirá de este mal! 
El rosal no es adulto y su vida impaciente 
se consume al dar flores precipitadamente.



20 octubre 2015

Buenos días,

¿Se puede hacer Literatura de un atasco típico de domingo y de un adelantamiento peligroso? Carlos Franz sí puede.

http://impresa.lasegunda.com/2015/10/17/A/TQ2PSGOJ


Esperamos que os guste y os haga reflexionar.

05 octubre 2015

Buenas tardes,


Hoy os queremos recomendar el proyecto de Las Sinsombrero que incluye un documental, un libro, una página web y muchas otras ideas para recuperar la memoria y el legado de un grupo de mujeres de la Generación del 27 olvidadas hasta ahora. El próximo viernes 9, a las 21:00 en La 2 de RTVE, se estrenará el documental. Aquí os dejamos el enlace a la página web, para que podáis seguir redescubriéndolas:



21 septiembre 2015

Buenos días,

Hoy os queremos recomendar la última novela de Ángeles Caso. 

En "Todo ese fuego" recrea la vida de las tres hermanas Brontë, mujeres escritoras que escaparon de su destino victoriano gracias a la literatura. Si queréis saber más, aquí tenéis un enlace a una entrevista con la ganadora del Premio Planeta 2009:


http://www.laverdad.es/murcia/culturas/libros/201509/20/hermanas-bronte-supieron-amor-20150919234000-rc.html




06 septiembre 2015

Buena tarde lluviosa,


¡Hemos vuelto! Y lo hacemos compartiendo un precioso artículo de uno de los invitados de La Mar de Letras de este pasado mes de Julio. Carlos Franz escribe así de bonito:


Cóndores
Carlos Franz
Despiertan los cóndores. Amanece en el Cañón del Colca, Perú, y los enormes pájaros se desperezan. Pero no vuelan. Aguardan a que el sol recaliente los desfiladeros creando las corrientes de aire cálido y ascendente sobre las cuales acostumbran planear. El día despunta entre los volcanes nevados, sin embargo la oscuridad en el fondo del abismo parece que no se abrirá nunca. El observador en su apostadero se impacienta. Ha subido de noche, cruzando una puna a más de cinco mil metros de altura, y bajando hasta el borde de uno de los cañones más hondos del planeta. Vino a espiar a los cóndores en su hábitat y ahora estos se hacen esperar.
De pronto abajo, a media altura del precipicio, algo como una laja de piedra negra se mueve, se separa de la pared vertical y parece que va a caer de cabeza al barranco. Justo antes las enormes alas del cóndor, de unos tres metros de largo, se despliegan. Dos aleteos desdeñosos le bastan para montarse en una racha cálida y planear sin esfuerzo. Sobre el río del viento que fluye por el desfiladero el cóndor no vuela sino que navega.
Asomado al borde del cañón para mirar ese portento el espectador siente una peligrosa envidia del ave. Lo tienta arrojarse al abismo con los brazos abiertos para comprobar si el aire lo sostendría. Al fin y a cabo, con las alas abiertas el cóndor es más grande –bastante más– que un ser humano, y sin embargo flota, surca el espacio. 
Parece tan fácil. En sus sueños el observador lo ha hecho muchas veces: volar. Dejarse caer desde alguna altura y deslizarse llevado por las corrientes. Casi ingrávido, pasar sobre los techos y las copas de los árboles, descubrir lo que hay en las azoteas, elevarse sobre la confusión de la ciudad, abandonar su laberinto…
Una pasada rasante del cóndor, casi a su lado, saca al observador de esas ensoñaciones riesgosas. Remontando en espiral las rachas de aire, sin aletear ni una sola vez, el gigantesco animal ha ascendido hasta el borde del Cañón del Colca. Y ahora pasa tan cerca que el espectador puede ver en detalle su cresta roja, su collar albo, las plumas al extremo de sus alas negras, separadas como dedos. Con esa “mano” parece que el cóndor estuviera saludándolo y hasta invitándolo a planear con él.
Otros vieron a ese gran pájaro de manera distinta. En Alturas de Machu Picchu Pablo Neruda imagina una fiera: “Cuando, como una herradura de élitros rojos, el cóndor/ furibundo/ me golpea las sienes en el orden del vuelo/ y el huracán de plumas carniceras barre el polvo sombrío de las escalinatas diagonales/ no veo a la bestia veloz…”.
Gabriela Mistral reclamó que el cóndor fuera expulsado del escudo de Chile. O siquiera degradado: “menos cóndor y más huemul”, exigió la poeta. El ave carroñera le parecía demasiado agresiva. Prefería el tímido y solitario ciervo de la Patagonia.
Lo de Neruda y Mistral eran licencias poéticas. Los cóndores son tan pacíficos como los huemules. Muy rara vez atacan. A diferencia de águilas o halcones, las garras de este buitre fantástico (Vultur gryphus) no pueden sostener una presa y apenas le sirven para caminar torpemente cuando se posa. El cóndor espera que los animales mueran solos u otros los maten, y entonces devora la carroña. Luego, trota cómicamente para despegar y a veces, si el peso de lo ingerido es mucho, fracasa.
El visitante al borde del Cañón del Colca piensa que todo lo que tienen de grandioso los cóndores en el cielo, lo tienen de ridículo y asqueroso en el suelo. El ave negruzca, de caminar tambaleante, que devora un animal semipodrido, no parece ser la misma que ese majestuoso señor del viento que puede elevarse hasta los siete mil metros y volar cientos de kilómetros sin casi batir las alas.
Pero algo semejante podría decirse del ser humano. Aquel que por las noches sueña con volar como un Ícaro, seguramente lo hace porque se siente torpe y deslucido en su vida sobre el suelo. Los sueños son el vuelo del hombre, se dice el observador. La realidad es la presa medio podrida que acá abajo picoteamos para alimentarnos.
El cóndor gira el timón de su cola, semejante a un abanico, para ascender un poco más en la invisible espiral de aire que va trazando. Al inclinarse el extremo de su ala en forma de dedos se agita, como despidiéndose.

05 julio 2015

Buen domingo caluroso,
Hoy os dejamos el enlace a un interesante artículo en el que se repasan algunas de las palabras que otros idiomas han tomado prestadas del nuestro. Esperamos que os guste.



"Aunque parezca que el español importa más palabras de las que exporta no es del todo así. O más bien, no fue del todo así. El descubrimiento de América y la época de esplendor del Siglo de Oro permitió que palabras propias del español viajaran por todo el mundo. La hispana, como cultura dominante, creaba tendencia."


http://verne.elpais.com/verne/2015/07/02/articulo/1435855187_530187.html

30 junio 2015

Buen martes,
Marian, del Bazar de Letras del Centro Cultural , nos envía el Pregón de las Fiestas de Torreciega ya que este año ha sido la orgullosa pregonera y lo quiere compartir con tod@s nosotr@s.

Hola, bienvenidos.
Me llamo Marian. Y os puedo decir que cuando me pidieron que hiciera el pregón de 2015, mi primera sensación fue de sorpresa, y también de susto por la responsabilidad de expresar ante todos, lo que significa este barrio que tan bien nos ha acogido, y en el que se vive ¡de perlas!, porque siendo vecinos de poco tiempo/ puedo decir que nos sentimos como de toda la vida, apreciamos el ambiente tranquilo y sencillo, y al estar rodeados de campo, imprime costumbres parecidas, a las de antaño en Cartagena. En mi niñez en la calle del Alto, se sacaban las sillas de anea a la puerta, sobre el adoquinado en cuesta, para platicar/ acompañados con la radio y el botijo para refrescarse.
No hace mucho, con la desaparición de esta calle y parte de la calle del Ángel, descubrí que nací sobre asentamientos romanos, o tal vez más antiguos quizás púnicos, íberos o fenicios, ......
Siento en mis genes, de dónde venimos. Somos herederos de aquella mezcla de sangre. Siento la gran influencia que tiene para mí, la historia de nuestra tierra, Mi gusto por conocer las vidas de nuestros antepasados.
Y curiosamente, nuestro último lugar elegido para vivir es ¡Torreciega nada menos! Aquí se forjó parte de nuestra historia, y aquí perdura el monumento romano del siglo I antes de Cristo. ¡Antes de que Jesús naciera en Belén! Desde mi terrao se divisan parte de las cinco colinas, y montes majestuosos y eternos abrazando al puerto. A la izquierda, montes generosos, descubrieron en sus entrañas el rico mineral. A la derecha el Roldán, vigilante de la costa.
Otros ojos, otras civilizaciones contemplaron y quizás sintieran como yo, que vivir aquí es “regalo de dioses”.
El monumento sepulcral, “en memoria de Tito Didio/hijo de Tito, de la tribu Cornelia”, mutilado de su airoso remate, se le llamó Torreciega, por carecer de puerta o ventana. Está recubierto de rombos de piedra volcánica, perfectamente ajustados unos a otros, formando algo así como el tejido de una red.
Se eleva junto al pasillo que constituyó el istmo, entre la ciudad y los campos cercanos. Era en sus principios, en forma de templo o torre de casa. Se menciona en el siglo 16, la existencia de otros 10 monumentos funerarios, alrededor del hoy conservado, que formaban parte de una necrópolis donde se hallaron, urnas cinerarias de cristal, recubiertas con láminas de plomo. En el interior de una de ellas, se encontró el ajuar de la persona incinerada, y se conserva en el Museo Arqueológico Municipal.
Se habla de túneles en esta zona de la necrópolis, al igual que los encontrados en Sevilla en 2010, pertenecientes a la necrópolis de Carmona. También por este barrio, como todos sabéis, tenemos bajo nuestros pies, la calzada romana, llamada Vía Hercúlea o Augusta. Era la más larga de la Península Ibérica, con casi 1.500 km recorría todo el litoral mediterráneo, conectando Roma con Hispania, desde los Pirineos al Norte hasta Cádiz al sur.
En época más cercana este barrio no existía, eran tierras de labor sedientas de agua, que con el esfuerzo de los labriegos, y la ayuda inestimable de la noria y su incansable asno, sacaban agua para la cebada, el trigo y la avena.
En aquellos campos, como los de ahora, se cultivaban también higueras verdales, chumberas y la rica hortaliza, que tanto nos gusta a los cartageneros comerla, con una miaja de salao y un vaso de vino. Ya los romanos apreciaban, el salazón y las alcachofas de Cartagena.
En 1935 por esta zona, se construyeron grandes cuadras, donde descansaban por la noche, las recuas de mulas, que tiraban de los carros cargados de mineral, procedentes de las minas para embarcar en el puerto, de camino a diferentes países.
Por aquel entonces, vivía un matrimonio, que se encargaba de cuidar los animales. La mujer se llamaba Sorra de apellido, con S. Cuando se inauguró el tren de vía estrecha, se dejaron de utilizar las mulas, y las cuadras se fragmentaron en varias viviendas, conocidas con el nombre de casas del “Zorra”, quizás recordando el apellido de la mujer.
El desarrollo industrial, trajo a Torreciega La Española del Zinc. Empleando a 400 personas, regenerando un poco la zona, a pesar de que gran parte de los beneficios salieran al exterior. ¡Lástima que también contaminara! Los métodos de extracción y tratamiento, crearon un gran problema ecológico, que persiste en las tierras que ocupó.
En 1962 se creó en el barrio la Asociación de Vecinos, siendo su primer presidente D. Pascual Alonso Sanabria, que con su junta directiva, consiguió el alumbrado público, la red de agua potable y el alcantarillado.
Seis años después, Don Teodoro Rodríguez Fernández,, gran persona y buen profesional, fundó con alegría de todos, el colegio ASTUR. Fue autor de los libros: “Besullo en la mente de Nardín”, autobiográfico, y “Ramillete de leyendas”
Otro presidente de la Asociación de Vecinos, a destacar, fue Don Bartolomé García Yepes, impulsor del “I Certamen de poemas a la Torreciega” en el año 1988.
Y llegando a la actualidad, no puedo dejar de resaltar a estas mujeres y hombres valientes, agradeciéndoles el trabajo incansable que hacen, con toda disponibilidad y alegría.
Pero, ¡que me perdonen los hombres!, porque al venir aquí, descubrí la generosa actividad de sus mujeres, que todas a una, dan vida al corazón del barrio: la Asociación de Vecinos.
Quiero destacar su esfuerzo, porque atendiendo sus casas, a los hijos y nietos, son capaces de ofrecernos, festejos y actividades todo el año, con total dedicación, y por el bienestar de todos.
Estoy muy orgullosa, de poner mi granito de arena y pertenecer a esta asociación.
Con todo mi cariño, os invito a las fiestas, últimas de esta temporada. ¡Y después de vacaciones/ más! ¡Que lo paséis muy bien! La comisión de vecinos ha trabajado mucho para que las disfrutéis.
¡Viva Torreciega! ¡Vivan sus mujeres! ¡Viva Cartagena! ¡Viva San Ginés!

28 junio 2015



Buenas tardes,


Para sobrellevar el calorazo que ya está aquí, os recomendamos leer artículos como este que seguro os va a interesar. Editoriales clásicas, autoedición en la red y un sinfín de posibilidades:

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/26/babelia/1435332211_695840.html


¡Disfrutad de lo que queda del fin de semana!


22 junio 2015

Unas cuantas fotos más de Verso y Fuego 2015. Gracias a los compañeros de la Universidad Popular de Cartagena, en especial a Sergio Urán por ejercer de fotógrafo, a Teresa Carrasco por darnos visibilidad en las redes sociales y a Miguel Navarro, por ayudarnos en todo. Y a las personas que leyeron: Pilar Galindo, Pepi Amate, Joaquín Campillo, M. Carmen Meroño, Carmina Mengual, Cristina Perea y Jesús Ferrer. Y a todos los que nos acompañasteis ................. ¡¡¡¡ Gracias !!!!









Pilar Galindo, alumna veterana del Bazar del Centro Cultural y gran amiga, nos regala estos versos que destilan melancolía y, aún así, están preñados de belleza y sentimientos.

Escapar

La vida cansa
Quiero darle esquinazo
Escapar

La senda está empedrada de rutinas
que nos hacen rehenes de la repetición
Cuántas veces transité este camino
pisé las mismas piedras
sentí el mismo dolor

Cuántas palabras vanas,
hijas de la costumbre,
golpes de aíre sin alma,
que troquelan los días
que fermentan la sangre
y dejan en el tiempo una marca cansina
Igual hoy, que mañana, que ayer…

Qué cansada la vida
Ya no me quedan sueños
Se perdió la ilusión,
murió la fantasía

Solo quiero dormir
dormir para escapar
Y vivir en los márgenes del tiempo
Sin recuerdos ni culpas
Despertar cada día como si fuera nuevo
Sin arrastrar  la carga podrida del ayer
Conservar la inocencia del principio
Respirar y soñar, besar y amar
siempre, siempre
 como si fuera la primera vez

Nuestros amigos del Bazar del Centro Cultural siguen aportando Literatura a este blog. Joaquín Campillo nos manda este micro-relato. ¡Qué lo disfrutéis!

HECHA CON TUS MANOS

Ayer, volaba la cometa de papel de seda; rojo a contraluz, el cielo te devuelve. Trenza de doncella que se mece al viento, alegría en la cara, sonrisas al aire; planea tu juguete.
Cordón umbilical que sujeta la obra hecha con tus manos, orgulloso del portento: cañas, papel, cola, cuerda y tela; crearon tu juego. ¡Corre, sube más alta, al cielo, campo, primavera y, a ti, de felicidad lleno!

Hoy, ya tarde, ese viento mueve el escaso pelo gris del jugador, que no puede levantar la cabeza, para mirar al cielo. Otro niño juega: plástico, nailon, fibras..., en el cielo.



Ciudadano de Mastia

 


20 junio 2015

Buen sábado,
Nuestro amigo Edgardo nos ha mandando estas fotos tan bonitas de Verso y Fuego 2015. Esperamos que guardéis tan buen recuerdo de esa tarde como nosotros.









19 junio 2015

Buenos días,

Ayer fue una tarde especial en el Bazar de Letras ya que celebramos nuestra actividad fin de curso, Verso y Fuego, que en esta edición contó con la colaboración de varios de los alumnos de los diferentes talleres. Queremos dar las gracias a todos aquellos que quisieron dar voz a los versos así como a nuestro director, Miguel Navarro, por su inestimable ayuda. Al fuego se unieron este año los tres elementos restantes de la Naturaleza y sus bellos frutos a través de los versos de Federico García Lorca, Miguel Hernández, José Emilio Pacheco y Pablo Neruda. Además recibimos la visita de la vicealcaldesa, Ana Belén Castejón y del Concejal de Cultura, David Martínez Noguera, que quisieron acompañarnos en esta tarde tan especial para todos los que formamos el Bazar de Letras de la Universidad Popular.





10 junio 2015

Tiempo para leer.

Buenas tardes,
Hoy os dejamos un enlace con algunos truquillos para sacar tiempo para esta afición que nos une: leer mientras esperamos (bien), leer mientras trabajamos (bueno....), leer mientras cocinamos (¿¡¡cómo!!?). Esperamos que os guste:


http://www.libropatas.com/libros-literatura/como-encontrar-tiempo-para-leer/

06 junio 2015

Mi nombre se dice pronto (….)

En la edición de este curso del Certamen de las Jornadas Carmen Conde de Barrio Peral, tuvimos el gusto de leer y premiar este relato de Milagros Márquez, del Bazar del Centro Cultural. Esperamos que os guste.


MI NOMBRE SE DICE PRONTO (….)
SE DICE SUAVE Y SUENA A PLATA OXIDADA.
SE GRITA Y CONTESTA EL MAR


Me llamo Ahmed. Soy estibador en un puerto del Mediterráneo español, donde llegué hace años en una patera, tuve esa suerte, muchos se quedaron en el cementerio azul con sus sueños y sus ilusiones. Encontré personas buenas que me ayudaron a conseguir los papeles y me buscaron un trabajo lejos de aquí, pero no pude aceptarlo, no puedo separarme de este mar que me une a mi familia y en la lejanía , me la hace parecer más cercana.
Una mañana andando por el puerto con mis recuerdos, me llamó un hombre, era capataz de un grupo de estibadores que necesitaba obreros para dos barcos que iban a entrar al día siguiente, dijo que se fijó en mí por ser alto y fuerte, y aquí sigo no un día, sino años.
Cerca del puerto hay una pequeña playa a la que acudo todas las tardes y grito mi nombre una y otra vez, como en un ritual, pensando que mi  mujer o mis hijos al acercarse a la playa, que durante tantos años fue mi casa, recogerán de las olas las letras  y así sabrán que no les olvido.
El mar me trae también sus nombres escritos  con  sonidos cambiantes, furiosos en la tormenta, suaves en las placidas tardes del verano, amorosos como el fuerte abrazo de las olas rodeando las rocas
Un día pensé que si los escribo arrojándolos al mar en una botella, él sabría en qué playa depositarla para que ellos la encontraran y como el genio de la lámpara al abrirla, saldría de ella todo  mi amor y los envolvería en un largo y cálido abrazo
Otras veces escribo sus nombres con piedrecitas, y sueño que alguna de las innumerables gaviotas que me rodean, como en los cuentos, haya aprendido a leer, y las transporte en su pico para formarlos en otra arena de otra playa donde ellos aguardan mis noticias.
¡Qué envidia me dan esas gaviotas! Pueden volar por encima de este mar y volver, sin importarles que los hombres pongan alambradas y puertas. Pero ¿quién puede poner freno a la desesperación?
¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que nos podamos reunir en una de las dos orillas?

Me llamo Ahmed, mi nombre sabe a sal y suena en la música de las olas a tristeza y desesperación.

04 junio 2015

Dos soledades

¡Buen jueves! Nuestra amiga Pilar Galindo del Bazar del Centro Cultural nos ha enviado este precioso relato. Esperamos que os guste.



Dos soledades

El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longue, forrada de cretona.  No sabe que hace allí, ni quien es ella. Solo sabe que quiere quedarse.

Cuando el viajero baja del tren, no parece haber llegado a un destino, sino a una resignación; varias capas de soledad le empañan la mirada; las punteras de sus zapatos están agrisadas, por el polvo de caminos que no van a ninguna parte. La mujer que espera en la estación se dirige a él ¿Lo ha reconocido o es que mide la hondura de su desamparo?
            ─ Querido mío, ¿por qué has tardado tanto? Mira que hace frío en el andén, que estoy cansada de ver llegar trenes…Pero estás aquí, lo demás no importa  Vamos, no perdamos  tiempo.
            Sin duda el viajero habría preguntado ¿quién es usted?, si ella no le hubiera cerrado la boca con un beso enfurecido por años de inanición. Si tuviera a donde ir, el hombre no se dejaría conducir hasta una casita verde y blanca con un porche, donde la chaise – longue forrada de cretona parece aguardarle. Así que no va a hacerle ascos al  lecho nupcial, preparado hace mucho tiempo  para un amor que no llegaba. Esa noche van a fundirse dos soledades.
            La soledad de un hombre perplejo, que quiere ser el que ella espera y la de una mujer feliz,  segura de que su hombre  ha vuelto.


Hay muchas maneras de terminar un curso y en La Vaguada tenemos una costumbre que no está nada mal. Un año más, Aran nos abrió las puertas de su casa para comer y compartir un mediodía precioso. ¡Seguro que el próximo curso seguiremos escribiendo, charlando y compartiendo!

03 junio 2015

USTED ME DECEPCIONA

Buenos días. Joaquín Campillo del Bazar del Centro Cultural nos envía estos versos:

A los que no saben vivir, ni dejan hacerlo.

Usted me decepciona,
porque no me mira
cuando le hablo,
cuando le doy mi atención.

Usted me decepciona,
porque no acepta como soy,
no ve, en mí, ningún valor,
todos son suyos.

Me decepciona,
porque intenta pisarme
para que yo no avance,
para que no medre.

Me duele gente así,
tan prepotente, avasalladora,
egocentrista, sin apenas,
brizna de humildad.

Usted me decepciona,
porque no mira
más allá de sus narices,
porque no ve lo bueno en otro.

Persona, que por no regalar,
ni agradecidos gestos,
ni sonrisas regala;
que gratuitas son.

Persona, que sólo siente sus dolores,
sus desgracias,
sus alegrías,
sus triunfos.

Usted me decepciona,
porque no sabe apreciar
lo bello en las personas
y lo que le dan.

Porque no sabe que,
en los secretos de la vida, imprescindible es:
mirarse, reconocerse en los demás, y saber adaptarse.
Usted me decepciona...



Joaquín Campillo Villa

31 mayo 2015

NEGRO.



     Como  decirte  que  la  noche  se  me  echa  encima  y  que  me  aterra  la  oscuridad,   no  solo  la  oscuridad  de  la  noche,  sino  la  oscuridad  del  alma,  esa  negrura  que  no  rasga  la  luz.
     Es la  negrura que  me  deja  el  corazón  roto.  Esa  sí  que  es  tiniebla  pura,  no  hay  ruido,  ni  nota,  ni  siquiera  el  susurro  del  agua,  es  el  universo  visto  desde  fuera,  y  yo  ingrávida  flotando  sin  rumbo.
    Como  asirme  a  una  nube,  si  no  hay  ninguna  tormenta  cerca,   necesito  descargar  el  aguacero  que  me  inunda  con  esas  aguas  turbias  y  negras  que  me  arrasan  al  caer  como  una  tromba,  me  calan,  me  pegan  el  vestido  a  la  piel,  me  dejan  casi  desnuda,  me  despojan   de  mis  vanidades  y  me  quedo encogida,  vacilante,  sin  aliento  y  recojo  mi  pelo,  mojado  porque  que  huele  a  mí.
    Ya  percibo  aromas  ¡No  he  perdido  la  vida! Lo  que  queda  son  añicos,  pequeños  retazos  desordenados  como  un  puzle  recién  comprado  del  que  solo  conozco  la  portada  de  la  caja  sin  destapar,  yo  sí,  reconozco  mis  pedazos,  se  han  roto  tantas  veces  que  ya  me  cuesta  encastrarlos  de  nuevo,  le  faltan  esquirlas  que  se  perdieron  en  anteriores  riadas,  se  las  llevó  el  agua  sin  retorno,  quedaron  en  el  mar  de  la  vida,  esos  huecos  no  tienen  color,  son  todos  negros,  agujeros  insondables  donde  han  ido  los  vertidos  y  desechos  del  dolor  y  la  amargura.
     Negro,  sobre  negro,  el  color  del  luto  por  la  vida,  por  la  que  se  me  va  y  por  la  que  me  queda,  negra  mi  soledad, el  negro  de  la  elegancia  por  la  supervivencia, el  negro  que  vislumbra  mi  pupila  y  solo  lo  rompe  un  destello  de  luz,  casi  imperceptible,  un  atisbo  de  esperanza  que  quiebra ese  azabache  que  nunca  debió  instalarse  en  mí  y  descomponer  mis  colores.
    
Mª Carmen Meroño. Bazar de Letras de Pozo Estrecho.