¡Buen lunes, amigos! Seguimos obligados a mantener nuestros cuerpos confinados pero nada hace que mantengamos nuestras mentes enclaustradas. Todo lo contrario, volamos por los mundos que nos ofrecen las Letras, transitamos los tiempos y los espacios que nos abren los libros, recorremos el aire que nos trae la brisa de la Literatura. Hoy queremos compartir con vosotros este inquietante relato que Geli Sánchez García, del Bazar del Centro Cultural turno de mañana, ha creado tomando como inspiración la portada de Oliver Twist.
SOMBRA
DE BLANCO SOBRE NEGRO
Se contaba… Se
rumoreaba… Que existió un niño, un pobre chaval de ocho o diez años que
deambulaba por la ciudad. Un jovencito descuidado y harapiento nacido de las
cloacas, o lo que es lo mismo, del viejo Londres, esa parte de la ciudad que se
sabía que existía pero que nadie de “bien” nombraba.
Oliver, así le
pusieron de nombre, vagabundeaba por callejones oscuros, entre mendigos y
basura. Solo salía de su escondrijo al caer la noche, cuando la policía dejaba
de patrullar las abarrotadas calles. Ningún huérfano deseaba dejarse coger. Si
incierto era su futuro día tras día, en la cárcel…
Se le veía de vez
en cuando con algún mendrugo de pan o con una manzana podrida deambulado por
las calles cercanas al río. Descalzo, con pantalones arremangados y un tirante
roto, arrastrando por el suelo. Y en alguna ocasión con una gorra robada o un
viejo sombrero descartado.
Siempre solitario y
taciturno.
E igual que se
dejaba ver, un día despareció. No se sabe si la policía lo cogió o quedó mal
parado de una pelea o lo tiraron al Támesis.
Aunque hay quien
asegura que ha visto cierta silueta a medianoche. Vagando entre la niebla.