22 octubre 2020

 ¡Buenos días! Hoy, por ser jueves, regalo doble. M Dolores Hernández, del Bazar de Letras del Centro Cultural Tardes, quiere compartir con nosotras un relato y un poema inspirados en nuestras lecturas de Charles Dickens del curso pasado ¡Que los disfrutéis!


El fantasma pasota

El señor Scrooge tiene un pequeño negocio en su pueblo natal, además un empleado que le ayuda, el cual recibe un salario muy bien renumerado, es un hombre bondadoso pues participa en el sustento del viejo internado próximo a su domicilio, de vez en cuando le gusta soltar algún que otro refrán. Henrit, hijo, estamos en el mes de las berenjenas y a la mujer se le cae la melena. Jefe ¡qué cosas se le ocurren! Hijo, aprende a ser honesto que a canas honradas no hay puertas cerradas. Bueno Henrit, hoy es Noche Buena vamos a cerrar temprano que tu familia te estará esperando para la cena y mañana a descansar que será Navidad.

El señor Ebenecer Scrooge se metió en la cama, no sin antes de haber cenado una sopa caliente y un suculento muslo de pollo bien asado. Al dar las doce campanadas le despertaron unos fuertes golpes en la puerta, se apresuró para abrir y quedó petrificado, en la puerta había un fantasma. No te asustes tronco que no vengo pa na malo, me ha pirao el jefe pa la tierra pa ver si aprendo algo bueno de ti y me sirva pa subir al cielo, pero mira vengo echando leches por un tubo, porque mi menda se ha subido a un taxi y no veas el sablazo que me ha dao ese jodio peseta después de pegarme una vuelta por toa la ciudad pa traerme hasta aquí.



Mira tronco, no te recomiendo el purgatorio, es un rollo. Tio ¡na más que hay trabajo, que te lo digo yo gilipichi! Bueno y dime porque estas allí y no en el cielo. Pues verás, es que me gustaba la mandanga y me pillaron en la calle meando y con un peluco marca Omega y claro menuda movida tronco, fui al talego. Venga tío, esta noche hay que divertirse, vístete y vamos a tomarnos un caliguai por ahí. Es que verás, yo no bebo. Mira tronco eres un pitilingorri, con lo que molan unos chupitazos, tío eres más tonto que mi amigo el cheli que se cortó un huevo porque lo tenía repe. Fueron a un bar y a otro, a otro, ya estaban como una cuba… en el último bar el camarero le pregunta al fantasma: ¿qué le pongo al señor? Al señor póngale dos velas y a mi amigo y a mí un cubata y una botella de coñac. Así hasta que se hartaron de beber y se fueron con una melopea de cuidado. Andando por la vía del tren, el fantasma le dijo al pobre del señor Ebenecer que ya no se tenía en pie: mira tío, el año pasado ocurrió que estando bebiendo en otro bar el dueño me dijo que iba a cerrar y que me fuera, yo le dije que mi menda no se iba y el otro menda se puso tan tozudo que me arreó una hostia echándome a garrotazos.

Cuando iban caminando hacia la casa del señor Ebenecer, se cruzaron por el camino con varias jóvenes que venían de celebrar la misa del gallo, el fantasma no pudo reprimirse y dijo: mira colega que pibas, aprende tronco a estar al loro. Dirigiéndose a la del centro le dijo: ¡pibón! Tus ojos son dos luceros, tus mejillas dos manzanas, menuda ensalada de frutas haríamos con mi banana-.

Volviendo a coger el camino de la vía del tren haciendo eses, le dijo el fantasma: tío, mira que escalera más larga, lo que me molesta es que tenga los pasamanos tan bajitos. Al llegar a casa del señor Ebenecer el fantasma se despide: adiós tronco, espero volver el año que viene si el jefe me lo permite. El fantasma vuelve al purgatorio y lo estaba esperando Dios muy enojado al verlo venir en ese estado. ¡¿No te he dicho que nada de copas y que aprendieras de las almas buenas?! ¡Y qué has hecho! Has empujado a un hombre bueno a beber lo mismo que tú. Pero jefe, lo he cumplido, nada de copas, he bebido de la botella, chupitazos para mi amigo y botellazos para mi menda. Pues despídete este año de salir de aquí. Cuenta y apunta, ya son noventa y nueve años que vuelves a desobedecerme.






Un niño llamado Oliver Twist


Tatuada su piel de carbón,

sus manos enrojecidas,

tierno corazón sin amor

sin madre que en su regazo cobije.

Oliver siente y padece

en la podredumbre de un hospicio,

contar sus años no sabe

ni las gotas de sudor

que lentamente resbalan

hacia sus viejos harapos.

Saladas lagrimas patinan

violentando su pequeña boca,

tragando la amarga saliva 

ungido entre tanta escoria.

Avivando el fuego trabaja,

donde hierve un viejo puchero

con tapadera de barro

cerrada a cal y canto

con oxidado candado.

Solo un mendrugo de pan

a mordiscos va comiendo,

terminado su trabajo

yace en polvoriento camastro

con sábanas remendadas.

La noche soñando pasa

a que un alma generosa

lo saque de su mal oliente prisión.

Entre el día y la noche,

la noche y el día

va rezando una oración,

para que por esa puerta entre 

un caballero de buen corazón

que lo lleve hacia una vida mejor.


Mª Dolores Hernández

2 comentarios:

  1. ¿Esta María Dolores es la María Dolores que yo conozco?¿La de las descripciones románticas y tiernas?¿Los misma que contaba historias de amor?¡Enhorabuena! Gracias por el buen rato que me has hecho pasar. ¡Con razón ganas premios un día sí y otro también!

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