30 junio 2015

Buen martes,
Marian, del Bazar de Letras del Centro Cultural , nos envía el Pregón de las Fiestas de Torreciega ya que este año ha sido la orgullosa pregonera y lo quiere compartir con tod@s nosotr@s.

Hola, bienvenidos.
Me llamo Marian. Y os puedo decir que cuando me pidieron que hiciera el pregón de 2015, mi primera sensación fue de sorpresa, y también de susto por la responsabilidad de expresar ante todos, lo que significa este barrio que tan bien nos ha acogido, y en el que se vive ¡de perlas!, porque siendo vecinos de poco tiempo/ puedo decir que nos sentimos como de toda la vida, apreciamos el ambiente tranquilo y sencillo, y al estar rodeados de campo, imprime costumbres parecidas, a las de antaño en Cartagena. En mi niñez en la calle del Alto, se sacaban las sillas de anea a la puerta, sobre el adoquinado en cuesta, para platicar/ acompañados con la radio y el botijo para refrescarse.
No hace mucho, con la desaparición de esta calle y parte de la calle del Ángel, descubrí que nací sobre asentamientos romanos, o tal vez más antiguos quizás púnicos, íberos o fenicios, ......
Siento en mis genes, de dónde venimos. Somos herederos de aquella mezcla de sangre. Siento la gran influencia que tiene para mí, la historia de nuestra tierra, Mi gusto por conocer las vidas de nuestros antepasados.
Y curiosamente, nuestro último lugar elegido para vivir es ¡Torreciega nada menos! Aquí se forjó parte de nuestra historia, y aquí perdura el monumento romano del siglo I antes de Cristo. ¡Antes de que Jesús naciera en Belén! Desde mi terrao se divisan parte de las cinco colinas, y montes majestuosos y eternos abrazando al puerto. A la izquierda, montes generosos, descubrieron en sus entrañas el rico mineral. A la derecha el Roldán, vigilante de la costa.
Otros ojos, otras civilizaciones contemplaron y quizás sintieran como yo, que vivir aquí es “regalo de dioses”.
El monumento sepulcral, “en memoria de Tito Didio/hijo de Tito, de la tribu Cornelia”, mutilado de su airoso remate, se le llamó Torreciega, por carecer de puerta o ventana. Está recubierto de rombos de piedra volcánica, perfectamente ajustados unos a otros, formando algo así como el tejido de una red.
Se eleva junto al pasillo que constituyó el istmo, entre la ciudad y los campos cercanos. Era en sus principios, en forma de templo o torre de casa. Se menciona en el siglo 16, la existencia de otros 10 monumentos funerarios, alrededor del hoy conservado, que formaban parte de una necrópolis donde se hallaron, urnas cinerarias de cristal, recubiertas con láminas de plomo. En el interior de una de ellas, se encontró el ajuar de la persona incinerada, y se conserva en el Museo Arqueológico Municipal.
Se habla de túneles en esta zona de la necrópolis, al igual que los encontrados en Sevilla en 2010, pertenecientes a la necrópolis de Carmona. También por este barrio, como todos sabéis, tenemos bajo nuestros pies, la calzada romana, llamada Vía Hercúlea o Augusta. Era la más larga de la Península Ibérica, con casi 1.500 km recorría todo el litoral mediterráneo, conectando Roma con Hispania, desde los Pirineos al Norte hasta Cádiz al sur.
En época más cercana este barrio no existía, eran tierras de labor sedientas de agua, que con el esfuerzo de los labriegos, y la ayuda inestimable de la noria y su incansable asno, sacaban agua para la cebada, el trigo y la avena.
En aquellos campos, como los de ahora, se cultivaban también higueras verdales, chumberas y la rica hortaliza, que tanto nos gusta a los cartageneros comerla, con una miaja de salao y un vaso de vino. Ya los romanos apreciaban, el salazón y las alcachofas de Cartagena.
En 1935 por esta zona, se construyeron grandes cuadras, donde descansaban por la noche, las recuas de mulas, que tiraban de los carros cargados de mineral, procedentes de las minas para embarcar en el puerto, de camino a diferentes países.
Por aquel entonces, vivía un matrimonio, que se encargaba de cuidar los animales. La mujer se llamaba Sorra de apellido, con S. Cuando se inauguró el tren de vía estrecha, se dejaron de utilizar las mulas, y las cuadras se fragmentaron en varias viviendas, conocidas con el nombre de casas del “Zorra”, quizás recordando el apellido de la mujer.
El desarrollo industrial, trajo a Torreciega La Española del Zinc. Empleando a 400 personas, regenerando un poco la zona, a pesar de que gran parte de los beneficios salieran al exterior. ¡Lástima que también contaminara! Los métodos de extracción y tratamiento, crearon un gran problema ecológico, que persiste en las tierras que ocupó.
En 1962 se creó en el barrio la Asociación de Vecinos, siendo su primer presidente D. Pascual Alonso Sanabria, que con su junta directiva, consiguió el alumbrado público, la red de agua potable y el alcantarillado.
Seis años después, Don Teodoro Rodríguez Fernández,, gran persona y buen profesional, fundó con alegría de todos, el colegio ASTUR. Fue autor de los libros: “Besullo en la mente de Nardín”, autobiográfico, y “Ramillete de leyendas”
Otro presidente de la Asociación de Vecinos, a destacar, fue Don Bartolomé García Yepes, impulsor del “I Certamen de poemas a la Torreciega” en el año 1988.
Y llegando a la actualidad, no puedo dejar de resaltar a estas mujeres y hombres valientes, agradeciéndoles el trabajo incansable que hacen, con toda disponibilidad y alegría.
Pero, ¡que me perdonen los hombres!, porque al venir aquí, descubrí la generosa actividad de sus mujeres, que todas a una, dan vida al corazón del barrio: la Asociación de Vecinos.
Quiero destacar su esfuerzo, porque atendiendo sus casas, a los hijos y nietos, son capaces de ofrecernos, festejos y actividades todo el año, con total dedicación, y por el bienestar de todos.
Estoy muy orgullosa, de poner mi granito de arena y pertenecer a esta asociación.
Con todo mi cariño, os invito a las fiestas, últimas de esta temporada. ¡Y después de vacaciones/ más! ¡Que lo paséis muy bien! La comisión de vecinos ha trabajado mucho para que las disfrutéis.
¡Viva Torreciega! ¡Vivan sus mujeres! ¡Viva Cartagena! ¡Viva San Ginés!

1 comentario:

  1. Enhorabuena a la pregonera. De haberlo sabido habríamos estado allí, aunque no fuesemos del barrio.

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