18 diciembre 2017

Buenos días,

Nuestra compañera Pilar del Bazar del Centro Cultural quiere compartir con nosotros este precioso relato que presentó al IX Certamen Alzabara. Aunque no fue premiado, a nosotros nos encanta:


Solamente una vez amé en la vida
Solamente una vez y nada más…
            
Las otras veces

Amé mucho esa vez. Me entregué entera y sin reservas a un sentimiento tan dulce y tan envolvente que no había nada fuera de él.
No me importó cambiar de ciudad, de país y de creencias. Ni dejar familia y amistades.
Nada me importó fuera de él. Nada existía en su ausencia.
Vivimos un tiempo perfecto que no puedo medir. No se evalúa  la dicha, no se pesan las quimeras. Se exprimen y se gozan. Nada más.
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Un día de lluvia mansa, me dijo que los buenos fuegos de artificio tienen una vida brillante, pero breve. Cómo comparar los rescoldos medio cubiertos de cenizas de un hogar aburrido, con aquella explosión de luz, pasión y locura que habíamos vivido…
Se había acabado, pero fue glorioso. Adiós, nena, adiós…

Cuando se fue, afuera seguía lloviendo. Siempre llueve en la ciudad del amor. Y  del olvido.
No quise volver con mi familia, ellos habrían arrojado sombras insanas sobre su amado recuerdo. Comprendan, es lo único que me quedaba de él y no quería ensuciarlo.
Tuve que acostumbrarme a la lluvia, al cielo gris cerrado a la esperanza, a ese río, Sena, sucio y romántico, al idioma de la bohemia. A la soledad.
Solamente amé esa vez…
Las otras veces, no han sido sino sucedáneos  del amor.
Ahora, acostumbro a cuidar  la forma y apariencia de cada relación. Procuro no defraudar, estar a la altura de lo que se espera de mí.
Y el precio, el que corresponde a un trabajo bien hecho, queda siempre a la vista, sobre la mesilla de noche.

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