Buenos días, amigos. Con estas temperaturas parece que haya pasado una centuria desde Navidad... pero no hace tanto estábamos disfrutando con los Amigos Modernistas de nuestra ciudad en el Mr. Witt, al que tanto vamos a echar de menos. Marian Cifuentes, del Bazar del Centro Cultural Turno de Tarde, ha querido compartir con nosotros el relato que leyó fuera de concurso aquella mágica noche. ¡Seguro que os emociona tanto como a nosotras!
NOCHE DE INVIERNO
La Navidad convoca con insistencia.
La iluminación de las calles…
los fastuosos escaparates,
invitan a la compra, al capricho.
En estos días se interrumpe
la monotonía del año.
Nos lanzamos a la calle,
los adornos nos confunden y envuelven.
Sin horas de reloj afanamos estos días,
como si fueran los últimos de nuestra vida.
Pero el camino continúa,
la realidad vuelve,
nos aguarda la rutina
y la repetición de nuestros actos.
Sin fantasía acogeremos el presente,
el día a día sin cargas que frenen
en el camino ya trazado.
Porque existe la felicidad
en el encuentro con uno mismo,
con los demás,
escuchando, compartiendo.
Es bien entrada la noche
y mi pluma recoge
prontamente mis pensamientos.
Aunque me vence el sueño.
Me incorporo y levanto la vista de la inmaculada cuartilla.
Miro por la ventana,
la calle está solitaria, hace frío.
Observo el vaivén de ramas
de árboles cercanos
que mueve el viento.
También me parece ver más allá
algo que se mueve, ¿es un hombre?
Y te veo…
más al colchón que a ti.
Tu cuerpo escuálido tiembla
bajo el frío,
de una noche intransitable.
Llevas sobre tus hombros
un gran colchón
que te hace tambalear.
También sujetas,
¡no sé cómo! una gran bolsa con barras de pan.
Observo tus pasos inciertos
que apenas controlan
el equilibrio,
del peso en tu espalda.
Hiere esa imagen.
Me deja un silencio amargo
y muchos porqués…
Todavía seguías erguido cuando doblaste la esquina,
pero nunca sabré, si llegaste al lugar que pretendías
o caerías de bruces bajo el colchón
o sobre el empedrado de la calle,
cubierto de un otoño apresurado
de hojas caídas de ramas
rendidas como tú.
¿De qué rama familiar se desgajó tu vida?
¿qué fin tenía tu esfuerzo?
¿acogería el colchón a niños indefensos y necesitados de calor?
¿o quizás sería tu nido escondido
recogedor de miserias vividas?
Puede que ocultes en él
al ser humano que fuiste
antes de convertirte
en un interrogante.
Adolescente o adulto
en una noche de invierno…
si me escucharas, te diría:
¡Endereza tu cuerpo¡
¡mira la noche¡
Las estrellas que ves…
otros ojos mirarán
pensando en ti.
Lo mejor de tu vida
estará en tus recuerdos.
¡Vuelve a ellos,
allí estará alguien
esperando tu vuelta
siempre sin desfallecer!
La Navidad
es propicia para el encuentro.
Brazos extendidos
hablarán sin palabras.
Te abrazarán y sentirás lágrimas emocionadas
que confortan.
¡Entonces… libérate¡
¡Habla¡
¡Comparte tus angustias¡
Porque las palabras
salidas del alma
es el todo compartido,
Más que un largo abrazo,
más que el beso apasionado
en un instante de infinito placer.
Marian Cifuentes Ballester 14/12/2019
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