04 marzo 2018

Terminamos el fin de semana paseando de faro a faro, como nos dijo Carmen Conde. Esperamos que este relato de nuestra amiga Pilar Galindo, del Bazar del Centro Cultural, nos ayude para enfrentar la semana que mañana comienza.


Del Faro Verde al Faro Rojo
Del Faro Rojo al Faro Verde
He abierto la madrugada
caminando de Faro a Faro
 La Luz y el Faro

         La hacedora de versos duerme y sueña. Para ella, dormir y soñar es la misma cosa.
Alrededor de su cabeza, que alberga tantas fantasías, revolotean extrañas mariposas, que describen círculos, canturrean en su oído y golpean sus párpados cerrados. Al fin, después de entrar y salir de la oscuridad, jugando con las sombras, las mariposas se aquietan. Ahora son letras aturdidas, inconexas…

¡Pobres!, no saben como agruparse para formar bellas palabras. Y acaban llamando  --Carmen, Carmen.

Carmen despierta, mira por la ventana, contempla la noche y el mar. Está sola, pero su nombre sigue sonando…
--Carmen ¡Ayúdanos! Somos letras que vuelan perdidas, tenemos cosas que decir, pero ¿cómo?
—Sois tan hermosas, ¿qué me queréis contar?
-- Estamos muy tristes, nos han pedido que llevemos mensajes de amor en medio de la noche, pero no sabemos cómo ordenarnos para tener sentido  y contar la historia. Es una historia que hace llorar a la madrugada.

Ya no es un vuelo silencioso de extrañas mariposas, sino un eco que le golpea el corazón –Carmen, Carmen, escucha a la noche, ella quiere que pongas en palabras un  amor eterno e imposible…

Y la poetisa, qué remedio, se pone a escribir…

--Eres muy hermosa, tus destellos son caricias que trepan por estas piedras que me impiden abrazarte.

--Qué atrevido, mira, me has hecho enrojecer. No hago sino iluminar caminos en la noche.

--Si yo pudiera apartar estos muros, me fundiría contigo, me bebería tu reflejo sobre el agua.
--No desees imposibles, estamos atados a nuestro destino.

--Es tan dulce, tan saltarina tu estela en la mar

-- Gracias, amor, desde aquí admiro tu fortaleza, coronada por el verde que te ha prestado el mar. Y más aún, esas palabras que siempre me hacen ruborizar.

Y Carmen domesticó las letras dispersas y las hizo música y piropo y  recados de amor que, obedientes, volaron  del Faro a la Luz, y de la Luz al Faro, llenando la madrugada de versos y la mar  de huidizos senderos de plata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario