05 abril 2017

Y como es miércoles, nos apetece otro relato de Basilio Jorquera, del Bazar de Letras del Centro Cultural. Este resumen del desamor con narrador protagonista unisex fue premiado la semana pasada en el Certamen de Relato, Poesía y Microrrelato que organizamos desde la Universidad Popular.


ANTES DEL ODIO
Me molestan tus andares cuando cruzas una calle o cuando te encaminas hacia mí. Me molesta la forma que tienes de coger el cuchillo y el tenedor para llevarte la comida hacia la boca. Me molesta que suspires a mi lado cuando estamos viendo una peli en el sofá de casa, un domingo por la noche. Me molesta tu respiración cuando cierro los ojos, cuerpo con cuerpo, e intento dormir tras un día agotador. Me molestan tus disertaciones sobre política cuando coincidimos a la hora de la cena y compartimos viandas, televisión, mesa y mantel. Me molesta que eches primero el azúcar a la taza, previo paso de echarte el café con leche, todas las mañanas, antes de que siquiera haya empezado el día. Me molesta el ademán que haces para sacar el tabaco del bolsillo, poner el cigarrillo en la boca, encenderlo y guiñar un ojo para darle la primera calada. Me molesta que te moleste que le dé un euro a cada gorrilla que me voy encontrando por las calles de esta ciudad. Me molesta que mires la hora del reloj, para controlar el tiempo, cuando entramos en un concierto, en el teatro o en el cine. Me molesta que no hagas tú la cata del vino, y delegues en mí, cuando lo pedimos en un restaurante. Me molesta la forma diplomática que tienes de no pagarle el periódico el domingo al del quiosco, para abonárselo al martes siguiente. Manías que tengo, es la excusa que me pones cuando te pregunto por qué lo haces. Me molesta que no te gusten los chiquillos, que no te enternezcan, que los veas como un mal menor por el que tienen que pasar todas las parejas para consolidar su relación. O para dar a entender a los demás que al tenerlos, ya son una pareja estable. Me molesta que te eches uno tras otro, sin parar, los cacahuetes a la boca cuando nos los ponen al pedir una cerveza en una terraza del centro. Me molesta que te hurgues la boca con un palillo cuando se te queda alguna hebra de carne entre los dientes, después de haberte comido un solomillo. Me molesta que prefieras los tenis a las chanclas en pleno mes de agosto. No te das cuenta de que te huelen los pies, cari. Me molesta que no me beses de la forma en que lo hacías antes cada vez que nos despedíamos, si no nos íbamos a ver durante un cierto tiempo. Me molesta que no recojas la fregaza por la noche y lo dejes para el día siguiente. Mañana será otro día, dices con una frase que ya has convertido en letanía. Me molesta que te quedes durmiendo con la radio puesta y no pienses un poco en mí y te pongas el pinganillo para preservar mi sueño y mi descanso. Me molesta que prefieras abrir las ventanas a poner el aire acondicionado cuando cae a plomo la canícula en pleno mes de agosto. Me molesta que te rías más con los sketch de Mota que con los de Faemino y Cansado. Me molesta incluso el ruido que haces al vivir. Pero lo que más me molesta es que el ardor en nuestra relación se vaya apagando como un incendio al que sorprende una lluvia de verano y ya, no podamos hacer nada para evitarlo.


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